Tallin (Estonia)
Riga (Letonia)
Vilnius (Lituania)
Franfurt
Colonia
El día de mi cumpleaños, en
Estambul, pensé que este blog había llegado a su fin. Pero no era el fruto de una decisión o de un acto volitivo sino de un pensamiento más simple y trivial como es el dejar pasar las
cosas (y con ellas el blog). “Laissez faire,
laissez passer (me encantaba esa
vieja expresión cuando era estudiante): Dejar que la vida siga su curso para que
las cosas pasen.
Puede que las cosas no pasen pero el
tiempo sí, y no puedes darle la espalda, a lo sumo ponerte de perfil y de
puntilla y ver qué pasa. Eso es: ver qué pasa. Acaso el tiempo es el embrujo
entreverado de sí mismo y haciendo acopio de propias e inauditas ilusiones querrías
detenerlo (al menos unos instantes) capturando en tus retinas improntas perdidas
en el infinitas posibilidades de espacio y tiempo. De este pensamiento nace mi
pasión por viajar y fiel a ella sigo tan viajera como siempre.
Recientemente he caminado por el reino
de los antiguos Caballeros Teutónicos, donde la historia escrita figura con
mayúsculas, he paseado por la elegante Riga y la señorial Tallin, y he admirado
la sideral Catedral de Colonia, tan cerca de las estrellas y epítome de las descomunales
proezas del Arte.
Así qué fácil es dejar que la vida siga
su curso para que las cosas pasen.
.
2 comentarios:
Si, deja que el tiempo pase. Tal vez la vida te traiga bonitas sorpresas...
El tiempo , ese ser impertérrito, enemigo de esperas, quiso esta noche hacer un alto en el camino y deleitarme con un recuerdo pretérito al compás de la música de Gary Moore. Retazos de idas y venidas, títulos de libros sobre la mesita de noche intemporal que esperan doblegarse a las últimas páginas de kundera, el eco de un brindis nocturno, melodías difíciles de olvidar, pero sobre todo, regresando al origen del primer "instante", resultado de una tertulia a través de las ondas hertzianas, conversación cuyo eje radial no recordábamos entre risas. La palabra de extraño léxico, no era otra que sexsomnia, aquella alteración del sueño tan particular...
Y como bien dices, las cosas puede que no pasen pero el tiempo sí, aunque siempre encontraremos algún apeadero que nos permita mirar atrás, y sonreír de aquellos momentos que nunca volverán.
Gracias por tu blog.
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