Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

27 abril 2016

Cuando los pájaros de la casualidad se posan en nuestros hombros




"Como entiendo yo al mar"



José Hierro


Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras. 
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente. 
Que tú me entendieras a mí sin palabras 
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte, 
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes. 
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible, 
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte. 
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve. 
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma, 
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese. 
Criatura también de alegría quisiera que fueras, 
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.

Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas 
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil, 
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros, 
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...

Si ahora yo te dijera 
que es tu vida esa roca en que rompe la ola, 
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste, 
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha, 
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...

Si yo te dijera estas cosas, amigo, 
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente, 
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos? 
Y ¿cómo saber si me entiendes? 
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos? 
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte? 
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna, 
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

25 abril 2016

Almost Blue


No aflora en mí el pesimismo viendo pasar los días No intento detener las manecillas del reloj mirando los fotogramas del pasado, aunque siento gratitud hacia ese pasado y no me gustaría borrar de mi memoria los recuerdos felices Se ha de vivir con los recuerdos, pero no de los recuerdos, ya que estos pueden ser uno de los dones más preciados de una persona, pero también pueden ser muy peligrosos. Pueden sumirte en la desesperación, pueden ennegrecer el presente y cegarte el futuro. Hay que mirar atrás con agrado, no con envidia y codicia.
Me obsesiona el paso del tiempo (siempre lo ha hecho, sí) pero no intento detenerlo, no me rebelo contra lo imposible para aferrarme a un trozo de tiempo vivido. Me basta con acuñar futuros recuerdos y buscar en el presente la virtud del instante







12 abril 2016

Mirar más allá


Cabellut. Lita Cabellut es la pintora española más cotizada del mundo, según leo en el XLSemanal. Podría hacer un chiste con doble sentido contando que es una artista de raza, porque es gitana, pero me temo que ya lo he hecho y deduzco que tiene (raza); vive en un barrio conflictivo de Amsterdam y se encara con los camellos de su barrio: “Soy de la calle...al que venda drogas a un niño, lo mato” 
Esta mujer sólo pinta retratos y es chocante que alguien con tanto oficio diga que: “los colores se me volvieron anarquistas. Ya no tengo control sobre ellos. Hemos llegado a un acuerdo: vosotros hacéis lo que quiero decir”. Pero lo que me asombra de la entrevista es que cuente: “A veces sueño con un cuadro, me levanto y corro al estudio…”. Salvando las distancias entre una artista y una persona a la que le apasiona el arte, he encontrado en ello un paralelismo, o mejor diría: algo que me resulta familiar. A mí me ha pasado algo similar: una escena por la que me siento fuertemente atraída, se me queda grabada, sueño con ella y me levanto de la cama buscando la manera de no olvidarla... Me pasó y me obsesioné, como resultaba imposible pintarla yo misma busqué a un artista que lo hiciese con precisión. Finalmente, conseguí convencer a un dibujante de cómics. Mi descripción quedaría incompleta si no digo que desde entonces esa pintura me acompaña en un lugar preferente del salón de mi casa.


Se trata de una escena cinematográfica y por tanto hay una fuerte relación con la fotografía. El realismo y la intimidad de la escena, extrañamente atractiva para mí, resulta de una luz simple y sencilla en medio de la oscuridad; de la sobriedad de los colores, sin protagonismo, sin artificio; del contraste de grises, amarillos, ocres y el predominio del negro, que representa la nada; y una figura inmóvil, en un ambiente pasivo y tranquilo, replegada en sí misma, sobrecogida y absorta, mostrando la humanidad del personaje. Es Tony Soprano, la mano apoyada en la rodilla revelando la fragilidad del hombre implacable. Sólo hay silencio. Afuera está lloviendo y él espera, acompañando a la imponente figura de su caballo enfermo, que se ponga bien. Lo encantador de la presencia de la minúscula cabra, es el contrapunto que siempre me arranca una silenciosa sonrisa. La principal y no extinta cualidad del cuadro ralla en la quietud que desprende; como la pátina del tiempo en todo lo que fue sin remedio, la gloria que luego el mundo y la realidad se encarga de aplastar hasta quedar inserto y recluido en ti. Acaso no es más que la mera verdad perseguida de cada uno. Acaso la soledad es la única forma posible de resguardarse de todo.

Por eso, recorridas las bahías que me ha tocado trasponer en la vida, a veces me siento así: suspendida en un momento solitario pero feliz. Un momento que sólo se puede disfrutar en soledad.






02 abril 2016

Narbonne, marzo 2016



A veces, cuando voy de viaje, centro mi mirada en un arbusto cualquiera, casi siempre es de los más modestos; y le digo con la mente que he reparado en él, que le he visto y le he considerado hermoso. Esta especie de piedad metafísica me viene quizás de los millones de años de soledad que llevo a la espalda…"
(Corto y conficción)