Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

28 diciembre 2014



“No podemos hablar del pasado, ni del futuro porque no existen, pero no hay presente sin pasado, ni ilusión sin futuro”





He montado un árbol de Navidad. Es un árbol sin hojas, desnudo, únicamente exhibe unas enjutas ramas de papel de plata. En él he puesto mariposas de colores, luces blancas que se encienden y se apagan, unos pajarillos de purpurina plateada, unas manzanas de cristal y unos muñecos de trapo de Papá Noel… ¡Todos colgados!  Ahora caigo en la cuenta: no es un árbol de Navidad, lo único navideño son los muñecos y parecen que están ahorcados.

No, no he montado un típico árbol de Navidad, inconscientemente he construido un símbolo: las ramas despojadas de hojas son los años que nos despojaron del tesoro de la inocencia, los muñecos que cuelgan ante el abismo representan nuestros intentos por impedir que nuestras ilusiones infantiles las engulla el olvido. No es un árbol sino un fantasma: el fantasma de navidades pasadas, un fantasma que carga con el insoportable y silente peso de los que ya no están.

Pero también es un árbol insólito, como un sueño a medida, como casi todas las cosas que me gustan y que no tienen sentido. Un árbol iconoclasta, un árbol maravillosa y conmovedoramente absurdo: como nuestra determinación de no desprendernos jamás de nuestra infancia.


25 noviembre 2014

22 noviembre 2014

Dos instantes de belleza

Mañana



Tarde



Mar en calma, una inmensa balsa de agua limpia y cristalina. Apenas una brisa que trae el olor de la sal y de los primeros días de verano. Y es otoño.







29 octubre 2014

10 octubre 2014

El Camino

















"Un regalo no tiene que ser, por fuerza, un objeto que se compra. También puede ser algo que sea únicamente para la vista del testigo. Algo hecho para recordar y no para poseer"

21 septiembre 2014

Estocolmo 10 de septiembre de 2014


              A Hem



Somewhere over the rainbow blue birds fly...





27 agosto 2014





¡Lástima que no se presente aquí un perro: Un político al que pueda respetar¡

03 junio 2014

Sueños de Tango





                                                                                                           ( Fuerteventura, abril de 2014)



Hay paraísos que son de este mundo. Y mis ojos en aquel momento se deleitaban con uno de ellos: un manto de arena blanca se desplegaba con suavidad hasta acariciar la espuma formada por las aguas turquesas, moteadas con el azabache de las rocas. Sí, era una de las playas más hermosas que jamás había contemplado. Me disponía a leer un libro cuando, en un arrebato de lucidez, comprendí que ni podía ni debía hacerlo. Leer nunca es desperdiciar el tiempo… excepto si estás en esa playa, claro. Ante semejante festín visual no me quedó más remedio que sumergirme sin resistencia en la contemplación y el ensimismamiento. Me senté en la arena y, paradójicamente, empecé a pensar en el libro que había decidido no leer. Se llamaba “El Tango de la Guardia Vieja” y hacía un año aproximadamente que lo había comprado en el aeropuerto de Buenos Aires. Su título me resultó tan irresistible ­–algo comprensible teniendo en cuenta que la noche antes había estado dando clases de tango con un bailarín profesional en un salón de baile porteño– que constituyó razón suficiente para adquirirlo. Desde entonces me acompañaba en todos mis viajes. Creo que una de las funciones más infravaloradas e injustamente ponderadas de un libro es su capacidad de inducir el sueño; y la novela de Pérez Reverte ejercía sobre mí un sortilegio hipnótico. Lo llevaba en mi regazo, de aeropuerto en aeropuerto, sabiendo que en las horas críticas cumpliría heroicamente su deber y me asestaría un definitivo golpe narcótico (en un vuelo no hay nada más agradecido que dormirse). Sin embargo, su fuerza somnífera no nacía del aburrimiento o de la falta de interés. Es una historia entretenida y bien contada. Incluso algunas frases me dejaron cierto poso, como la última que recordaba haber leído: “A fin de cuentas, en algún momento de su vida toda mujer es víctima temporal de su útero o de su corazón”. Muy certero, Arturito, jaja, pero no lo suficiente. Si conocieses realmente a las mujeres habrías escrito que toda mujer en algún momento de su vida es víctima temporal de su útero y SIEMPRE lo es de su corazón. Aunque yo en esos instantes no era rea del corazón sino de la reflexión, una catarata de pensamientos absurdos e inconexos fluyeron por mi mente: “¿Qué hay más resistente que la roca y más inconsistente que el agua? Sin embargo, la resistente roca es horadada por el inconsistente agua…”. Nunca he logrado el milagro de la mente en blanco, siempre caigo en el agujero negro de la introspección. Por ello, para conseguir mantener intacto ese ambiente idílico y relajante, decidí mecerme mentalmente por la música. Antes de ni siquiera tener tiempo a elegir la canción adecuada, me di cuenta que mi inconsciente ya la había escogido. El bolero de Les Luthiers resonaba como un eco dentro de mi cabeza. ¿Qué inverosímil conjunción de asociaciones me había llevado a pensar en él en un momento así?

-Solista: Huiremos por las praderas enloquecidamente
-Coro:(menteeee)
-Solista: Huiremos por los trigales con loco ardor
-Coro:(con loco ardorrrr)
-Solista: Iremos… tomados… de la mano
-Coro: (manoooo)
-Solista: Iremos bajo el cielo del verano
-Coro: (… uh, uh)


14 mayo 2014

En silencio o en voz alta

"Nunca he creído en la bondad natural del hombre. (...) Esto ha provocado que no me sorprenda la exhibición de su maldad. Me maravilla, en cambio, que la gente se haya olvidado de esta natural tendencia al mal, que no tengamos ya memoria de nuestros orígenes. No fue Abel, muerto precozmente, sino Caín el que generó todas las estirpes que pueblan la Tierra. Un cielo vacío y un paraíso fácilmente edificable en la tierra sacaron al hombre de su camino. Entender la técnica -y dominarla- le proporcionó la ilusión de que el mismo saber era extensible al corazón. Sin cielo -y sin camino para recorrer-, también el hombre se torna máquina y, como todas las máquinas, puede funcionar bien o mal, depende de la construcción, del programa y del mantenimiento". (S. Tamaro)


Qué asco, qué rechazo!... Qué insoportable. Los políticos otra vez pidiendo votos. Para qué ¿Para viajar en primera? ¿Para ingresar todos los meses en sus nóminas seis mil euros netos más trescientos euros diarios en concepto de dietas por ir a trabajar cuatro días, de lunes a jueves, (¿Trabajar? ¿En serio?). Luego, cuando tengan 63 años tendrán un incremento de mil quinientos euros mensuales en su pensión… (“la solidaridad no nace de los privilegios de la diferencia”). Y yo, infeliz, no me puedo hacer responsable de este disparate, ni ser cómplice con mi voto.

Me resisto a votar a partidos mayoritarios que han demostrado sobradamente que las mentiras son mentiras, Obscenas mentiras, repugnantes mentiras, abyectas mentiras. Me resisto como una posesa a votar a estos partidos que han impuesto la dictadura de su partidocracia por encima del interés común, por encima la democracia y por encima de la ética. 

También me resisto a votar a partidos minoritarios, a partidos bisagra, proclives a pactar con los anteriores para conseguir mayorías y alcanzar sus pequeñas cuotas de poder y que también usarán mi voto para sus intereses inescrutables y poco claros.

Pero si a algo me resisto y me rebelo y me rebelo hasta la náusea es a que nadie se adueñe de mí “no voto”. Porque si no voto todos dirán que mi intención era votarlos a ellos y que lo hice silenciosamente con lo que no dije dentro de la urna. Es tan asqueroso que hasta ahí llego. No tengo más remedio que ir a votar, tengo que volver el domingo de la playa ex profeso a votar, y sólo así nadie dirá que mi intención era apoyar sus ideas. Sus putas ideas y su puto partido. 

Quiero pensar que votar te protege de algún modo de la manipulación de los políticos. Y sabiendo a quienes no voy a votar y por qué voy a votar ¿A quién voy a votar? ¿A qué partido? si por sí sola la palabra partido me repugna ¿A quién?... ¿Quién no me parece impresentable? Harto difícil si mi opinión es que los políticos son impresentables per sé. Tendré que votar a un partido que no presente a un político… ¿Lo hay? Lo hay.

Javier (Nart), me importa un bledo las ideas que representes, los argumentos que defiendas (dado que por tu sentido común y tu lucidez siempre serán coherentes). Ahora voy más allá de la retórica: hablo de honestidad. Podría creer en tu honestidad como creo en tu inteligencia. Podría creer que podrías ser la aguja en el pajar y hasta podría creer que eres incorruptible. En fin que, como un mal menor, te voy a votar a ti y sólo a ti (no a tu partido) porque desde que te he oído (años ha) estás permanente cabreado (como corresponde) con este mundo políticamente absurdo que no sabe a dónde va y porque cada vez que te has dicho algo, sea lo que sea, me pareció que no hablabas a la galería sino desde lo más profundo de tus convicciones. Sólo hay una cosa en ti que no me gusta: no tienes sentido del humor.

Pero te votaré porque tienes un pelo estupendo para tu edad, te votaré porque no me pareces un impresentable, y porque creo que no te casas con el poder. Te votaré porque espero que si alguien tuviese que defender una causa justa, ese serías tú. Y si me equivoco, asumiré que lo hago, y que me podrás engañar y desilusionar pero… eres el único que podría representar en potencia algo parecido a la utopía y no la náusea putrefacta de hecho, que es lo que desgraciadamente este país de cainitas, de chanranga y pandereta y de incautos, no merece. Y te votaré porque como te he oído decir “que no nos crean a ninguno por lo que decimos sino por lo que hacemos”.

16 abril 2014

Enganchada a True Detective


"En la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede llegar a ser, nada cambia. Por eso la muerte creó el tiempo, para cultivar las cosas que matará". (Rust Colhey)




Increíble. La serie sólo son ocho episodios, he visto los tres primeros y ya me parece una obra de arte. Puedo decir que me han proporcionado muchos instantes de disfrute y diría más: me fascina. Disfruto sobre todo con el personaje del detective Rus Colhey y  la interpretación de Mattew McConaughey. En el cine y en la literatura me gustan los personajes complejos y originales, y este es un personaje riquísimo, completísimo, apasionante, muy complejo, muy inteligente, muy profundo, un poco grillado y bastante desgraciado. ¡Qué más puedo pedir! Leí en algún sitio que el guionista se inspiró en citas de Ciorán para construirlo. Lo de McConaughey es un milagro, posiblemente la interpretación más bestial que he visto en televisión. Ya estoy sufriendo porque sólo me quedan por ver cinco capítulos pero me consuelo pensando que los veré más de una vez.
No la compararía con Los Soprano, porque los Soprano forman parte de mi vida y esta serie parece más una película dividida en ocho partes. Una atmósfera tenebrosa, gente emocionalmente devastada, un sentido del humor muy particular. Una serie intensa, seria y oscura… ¡No he visto nada igual en televisión!
 

10 abril 2014

mD


Una sonrisa suave, liviana, dibuja la comisura de mis labios y se extiende lenta, muy lentamente, mejilla arriba. Me sorprendo pensando en ti, me abruma, aunque sobre todo, me enternece. ¿Qué hace ahí esa sonrisa en medio de mi cara? Y lo peor de todo es que me gusta, no porque me guste, sino porque tiene que ver contigo y me estoy acordando de tu regalo de cumpleaños.

Se me antoja que hace una eternidad que te conocí. Y, sin embargo, así es. Y me ha dado por pensar que fue una casualidad, como todo. De hecho, todo es una casualidad. De hecho, se necesita una secuencia para dar vida a un momento. Hablando de secuencias, no sé cuál sería la película de nuestra relación pero hay magia, mucha comedia (nos reímos mucho y nos divertimos)... ¿No estaremos echando en falta el drama?

Ahora mismo por el altavoz empieza a sonar "Los colores del viento" (¡preciosa!) y me viene a la cabeza aquella frase de Séneca de que no hay ningún viento favorable para el que no sabe a dónde va. El tuyo siempre me ha sido favorable

Eres un amigo maravilloso, un hombre tranquilo en el sentido cinematográfico del término, lo sé, my Darling, lo sé desde hace mucho.




23 marzo 2014

Masters of Sex






Ana Freud (hija de Sigmud Freud) da una conferencia sobre el sexo en un hospital de Estados Unidos:“Mi padre revolucionó el pensamiento moderno con su forma de ver la sexualidad femenina. Pero al final de su vida admitió que su conocimiento sobre la psique femenina era limitado. Si quieres saber más sobre la naturaleza de la feminidad, dijo, deberás consultar a los poetas”

No puedo resistir la tentación de decir que la frase, en su cinismo, tiene mucho de verdad.  Pero no voy a hablar de eso. La frase es el principio del Capítulo 8 de la Primera Temporada de Masters of Sex. He visto la primera temporada y casi me ha entusiasmado. La he visto subtitulada y una de las cosas que más me ha gustado es poder escuchar la sugerente voz de los actores, merece la pena. Es una serie distinta, atrevida, con un buen ritmo narrativo sin bien al principio despierta mucho interés y pasados los primeros capítulos la fórmula parece ir agotándose. Diré de manera sucinta y resumida que la serie se ve con curiosidad, entretiene y los protagonistas están estupendos, la actuación de Michael Sheen como Dr. Masters es lo mejor sin duda. Mi alma cinéfila siempre se ensancha con las buenas interpretaciones.



Me quedo también con las palabras de la escena final del último capítulo de la primera parte. También me quedo con la escena. Por supuesto no voy a hablar de ella para no fastidiarle el final a quien no la haya visto. Nada más lejos de mi intención.  


17 febrero 2014







He pasado la mañana flotando –literalmente- sobre las cálidas y saladas aguas de la piscina de un spa del Mar Menor. La concentración de sal en el agua es tan grande como podría ser la del Mar Muerto, con la ventaja de que no te tienes que desplazar a tan lejano lugar para experimentar la maravillosa sensación de ingravidez de flotar. Aún tengo el pelo mojado y mi piel huele a sal y a spa. Acabo de comer en el Calle Mayor, un restaurante de El Pilar de la Horadada (qué nombrecito: “de la hora dada”… me persigue el paso del tiempo). Allí por imperativo del dueño te sirven, lo quieras o no, una crujiente barra de pan de horno recién hecha, con sobrasada. Son las cuatro de la tarde, salgo a la calle y me dispongo a entrar en el coche pero he decido esperar unos minutos para recibir en la cara los rayos de un sol que ya anuncia Primavera. De la nada surge la figura de un borracho, va cantando a voz en grito: “Mi voz igual que un niñooooo, te pide con cariñoooo ven aquí y abrazameeeee…” plácidamente apoya las manos en sus hombros haciendo un gesto indescifrable, tal vez sea un abrazo pero más bien parece el desperezar de un simio. Hay momentos en los que su voz apunta maneras musicales pero desafina tanto en los agudos que no sé si está emulando a Bertín Osborne. Sonrío. Fijo la mirada en el cielo y reparo en lo altas que son las copas de los árboles.  Los árboles y los gorriones son mi dopamina natural. El sol se filtra entre las nubes y llega hasta ellos formando una cortina de luz, la voz del borracho se aleja, su figura ha desaparecido, es ya un murmullo, sólo una voz, pero aún se escucha un lejano y potente: “Porque te quiero, te quierooo, te quierooooo, te quierooooooooo y hasta el fin...” 

Tendemos a buscar la belleza en situaciones artificialmente prototípicas, en marcos aburridamente perfectos, en tópicos sin alma. Y no nos solemos detener a saborear esas situaciones absurdamente sublimes que a veces nos regala la vida. Ni resplandecientes amaneceres, ni íntimas noches estrelladas: nada iguala la fuerza emotiva de ese borracho expresando su amor a nadie en mitad de ninguna parte.
 
Apoyada en el coche, con el estómago lleno, con la piel fresca y con el sol de invierno acariciándome el rostro, aún puedo oír un eco desafinado y enternecedor asegurando que la quiere. Sonrío. Cierro los ojos. Respiro lenta y profundamente. Y entonces me regocijo en el bellísimo patetismo que me ha obsequiado una tarde de sábado cualquiera.

29 enero 2014

J'attendrai


"... Lo más hermoso de los sueños son los increíbles encuentros de cosas y gentes que en la vida normal jamás se encontrarían; en un sueño, una bar­ca puede entrar por la ventana de una habitación..."  M. Kundera
 
 
Es mediodía, apenas hay gente. Decoración exquisita, funcional y minimalista. Se escucha el hilo musical con buen sonido. La tienda es muy grande, pertenece a una cadena francesa especializada en ropa exclusiva y original, toda ella está cuidadosamente colocada y expuesta a lo largo y ancho del establecimiento, un lugar especialmente concebido para personas con alto nivel adquisitivo que disponen de poco tiempo pero gustan de colgar en sus armarios prendas de diseño y tejidos nobles.  
Man la observa a través de un enorme espejo. Ella -unos metros de espaldas a él- está leyendo atentamente la etiqueta de una blusa de seda beige, se siente observada, levanta la vista hacia el espejo y descubre el rostro sonriente y sumamente atractivo del hombre que está tras ella. Hay un juego de miradas a través del espejo, él le hace un gesto afirmativo con la cabeza dando su aprobación a la blusa. Ella le guiña el ojo y se echa a reír. Él le sonríe. Su sonrisa es extraordinariamente pícara y cautivadora. Se conocen bien, se reconocen, se saben, pero es la primera vez que se ven en persona. La casualidad ha querido que –por motivos laborales- hayan coincidido en Madrid en las mismas fechas y han elegido para su encuentro un lugar “neutral”, aséptico, desconocido para ambos. El lugar idóneo salir por la puerta en cualquier momento. Pero también existe la posibilidad de que salgan de allí juntos.
 
Continúan sus compras, recorren detenidamente la tienda, se miran de reojo, se acechan... Esta vez es Man el que sostiene en la mano un pantalón de vestir azul marino con una trama pequeña de cuadros, casi imperceptible. Le gusta ese color por lo que tiene de mar y de azul, quizás por el nombre y por su sobria elegancia. Es ella ahora la que le está observando desde un rincón, tiene la mano derecha extendida y levanta su dedo pulgar en señal de acierto en la elección de la prenda.  
Se acercan uno al otro, de forma casual, atraídos como imantes. Se encuentra frente a frente con ella, que lo mira fijamente con sus ojos brillantes, pasan unos minutos en silencio recorriéndose insolentes con la mirada,
—Sabes, quería... —dice él dominando la situación—, me gustas Helen eres la mezcla perfecta de pasión, afecto y deseo”.
Ella piensa en ese momento que la vida es demasiado corta para no enamorarse cada día, pero guarda silencio meditando lo que va a decir, calibrando las palabras que le salen del corazón, tratando de filtrarlas por las fuentes de la razón. Por eso Helen siempre es impredecible.
 
Se dan la mano con una sonrisa, es la primera vez que se tocan. La mujer le acaricia la cara con ternura.
-Tal vez no ha sido una buena idea, dice ella. Vuelve a acariciarlo, le sonríe y se aleja.
 
Man se equivoca al pensar que se trata de una sutil despedida. No sabe qué hacer. Desconcertado se dirige a los probadores llevando en la mano el pantalón que ella le señaló. Los probadores son amplios, forrados de espejos, de los que se aíslan con una simple cortina sino con una puerta de madera. ¿Qué pasará cuando salga de allí… continuará en la tienda… se habrá marchado? A los pocos minutos alguien llama suavemente a la puerta. Parapetado tras ella la abre y asoman la cabeza... ¡Es Helen! lleva en la mano la camisa que él le señaló, y en un movimiento rápido y ágil de perfil se cuela entra en el probador. Él la observa interrogante, agradablemente sorprendido…
-¿Nos probamos?, le dice Helen señalando las prendas de vestir con evidente doble sentido. 
 
CONTINUARÁ

 

 

27 enero 2014

Todo un personaje





Era una mañana de invierno (así empiezan las cosas) 
No había lugar en la Tierra 
No había lugar 
No había tierra 
Y él, impertérrito... 
Tan pequeño 
Tan colorido 
Con esa pose

19 enero 2014

Especial, único, mágico

 
 
 
 
Gracias por este gran regalo de maravillosa factura, por esta pequeña joya con un enorme corazón, por hacerme reír, por compartir lo más hermosos que existe en esta vida: el humor.
 
(PD. Fotografía del hombre tranquilo: ¡Obra maestra!...Homérica)