Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

17 enero 2019

Delicias turcas



Contempló por un momento las luces múltiples de los barcos y su irrefrenable anhelo de viajar le estalló en el pecho como un profundo suspiro: - ¡Dios mío! ¡Qué magnífico estar en alguno de esos barcos, cruzar los mares, descubrir otras playas, ver otros mundos...!







Lloré como una magdalena viendo Bohemian Rhapsody. Más allá de su valor cinematográfico, la película me llegó. Creo que antes de estrenarla tuvo malas críticas, los sesudos críticos también se equivocan porque a la gente le encanta la película y ha causado mucho impacto. Soy una gran fan de Freddy Mercury, tenía tanto talento… Son genios que nacen con un talento que les desborda, no saben cómo manejarlo y al final se convierten en grandes solitarios. Pero ¿quién es capaz de no ser como es y de no sentir lo que siente? Hoy leía unas palabras de Bruce Springteen, otro (posiblemente) gran solitario, que decía: “He llegado a una edad en que la vida deja de brindarte cosas; ahora te las arrebata” En otro momento no habría dado mayor importancia a esa frase pero, próxima a cuplir años, me hace pensar: ¿Cuándo llega esa edad? Siempre pendientes del tenue hilo del azar, un día eres joven y al siguiente te miras al espejo y… Qué duda cabe, el tiempo es el gran oxidador de la existencia. Con los años nos convertimos en personas diferentes a las que creíamos ser y levantamos un muro invisible para que no nos hagan daño, o tal vez para intentar preservar aquello que un día nos inundó de luz y alegría, antes de que el tiempo lo disuelva del todo. 

Verano, una tarde de esas que parece no haber aire, el mar; unos nubarrones negros, como grandes bajeles del cielo, y sobre ellos una pequeña nube blanca con forma de flecha, un trazo en el cielo que parece indicar una dirección. La evolución de esa nube en el firmamento, rápida y precisa, en flecha, me hizo pensar que la vida es ir en alguna dirección y deseé que mi próxima dirección fuese Estabul. No tengo la sabiduría suficiente para comprender esa extraña (y excéntrica) asociación de ideas. Desde ese momento he querido ir allí, a respirar su luz; todo ese paisaje ante mí y maravillarme contemplando el peso y el paso de los años, reflejados en su Historia.

Un año, doce meses, sólo es una medida de tiempo, como podría ser otra medida cualquiera o llamarse con otro nombre. Me gustaría que un año fueran 365 meses y no doce, así tardaríamos mucho en hacernos mayores, y se atrasaría ese momento en el que la vida te empieza a arrebatar cosas. Cuando las hojas del calendario marquen el 18 de enero, me gustaría estar en el remoto Bizancio, antigua Constantinopla, nombres desvaídos de una ciudad donde complejas y sofisticadas cultura dejaron el legado de su poso en todo, navegar por el Bósforo, el lugar en el que sobrenada anclada la vida que han vertido los siglos, y cumplir un año más con los ojos ávidos de una niña que lo mira todo nuevo.  



3 comentarios:

lobezno dijo...

Como todos los 18 de enero desde hace unos años (¡ya unos cuantos!) y hasta el fin de mis días, hoy es un día especial, tierno, bonito y emocionante.

¡Feliz cumpleaños mi Sirena, My Darling!

Beso.

(P.D.) Volveré.

gorrioncito dijo...

jeje, mil gracias, MD!

Alphonse Zheimer dijo...

Ahora entiendo su silencio; rumiar es lo que tiene, que ensimisma.
¡Nooo, años de 365 meses noooo!
Caben muchas primaveras y muchos otoños en tantos meses