Este cuadro me
acompaña. Su sencillez infantil es parte de su encanto.
No sé si es de
Hopper o de alguien que soñó con sus veranos, pero me da lo mismo: hay algo en
este cielo, en este mar, que me recuerda lo que necesito recordar. Por eso está
aquí, a esta altura, en este rincón solo mío.
No lo colgué para que lo admiraran. Lo colgué para poder mirarlo.
Me acompaña, con su
faro y su silencio, para ser refugio.
Acaso no fue
pintado para exhibirlo, sino para habitarlo por dentro.
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