Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

23 julio 2021

El tiempo detenido


Para escuchar el canto del jilguero
vine yo al mundo.
Lo escuché en la niñez –como ya dije
en otros versos míos–,
y allí mismo aún lo oigo.
En mi carne resuena y con mi sangre gira.
¿Cómo es posible que algo como eso,
tan frágil y tan puro, tan propio y tan de nadie,
pueda estar en la vida, ser la vida,
que exista un bien tan grande y para siempre?

(En el árbol del tiempo de Eloy Sánchez Rosillo.)



Probablemente yo también vine al mundo para escuchar el canto del jilguero... Recuerdo la escena de la película de Carlos Saura "Pajarico" en la que el personaje que interpreta Paco Rabal, sentado frente a la playa observa la vida y exclama: "Qué bien se está, cuando se está bien". Para no destripar la película, pues se trata de la escena final, no voy a explicar qué le lleva a realizar esta afirmación tan aparentemente obvia con la que el personaje describe su sensación de calma y plenitud, pero sí voy a explicar su relación con el tiempo como límite, y con el instante detenido.

El tiempo limita todo, pero no mide la vida, es el vivir la vida la que mide el tiempo. Circulamos a velocidad de vértigo entre millones y millones de instantes, que solo se detienen cuando nuestros cincos sentidos se ponen en marcha simultáneamente, muchas veces de forma inconsciente. La vida a vista de pájaro, una melodía del pasado, una mañana que sabe a verano, la brisa en tu piel, el mar en tu respiración … Y sí, parece que la vida dura más tiempo. 


2 comentarios:

Luilly dijo...

Mientras el tiempo avanza imperturbable, arrastrando en su devenir: recuerdos, sentimientos y todo aquello intangible, solo podemos aprovechar los resquicios de las percepciones para encapsular la «ausencia de dolor», de esta manera, podríamos edulcorar por un instante la realidad tal y como se presenta.

Historias que matan dijo...

Detén el tiempo en tus manos
Haz esta noche perpetua
Para que nunca se vaya de mí
Para que nunca amanezca.