Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

11 agosto 2016

Soñando




“El destino –el destino genérico y nervioso- de cada ser humano consiste en ser un individuo único, en encontrar su propio camino, vivir su propia vida, enfrentarse a su propia muerte.
No voy a fingir que no estoy asustado. Pero mi sentimiento predominante es el de gratitud. He amado y he sido amado, he amado mucho; y he dado algo a cambio; he leído y viajado, he pensado y escrito. He mantenido un diálogo con el mundo, ese diálogo especial que mantienen los escritores y los lectores.
Por encima de todo, he sido un ser sintiente, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, en sí mismo, ha sido ya un enorme privilegio y una aventura.”


Hay reflexiones que me emocionan cuando las leo. Estas palabras pueden sonar a lugares comunes, a frases sencillas e inspiradoras o simplemente a palabrería, pero las escribió Oliver Sack, un científico, probablemente el neurólogo más famoso del mundo, cuando le dijeron que le quedaban pocos meses de vida. Desde ese instante la palabra deja de ser palabrería y se convierte en reflexión, la reflexión en testimonio y el testimonio en un sobrecogedor canto a la vida.          


En una de estas siestas estivales, me sumergí de pronto en un documental sobre lo cuántico, no te lo pierdas. Creía que era asunto de fórmulas matemáticas de Einstein, y por lo tanto, zona vetada para mí; pero, para mis sorpresas (pues se sucedía una tras otra), resultó que las mejores cabezas pensantes del mundo (los Premios Nobel de las Universidades de Estados Unidos), emparejan sólidamente la realidad y la materia de la naturaleza…¡con los sueños!, que siempre ha sido lo mío. Y quedé estupefacta y perpleja. Compré un tomazo sobre esto, de Stephen Hawking, y ha caído en mis manos la aseveración de Bertrand Russell (creo que se escribe así), de que la materia constitutiva de la realidad son los sueños, y eso ha acabado por convencerme y deslumbrarme a la vez en la tarea que hemos de soñar.

Sé que suena a determinismo puro y duro pero cada vez creo más (quizás entroncando con el tema de los sueños y la realidad) que si somos el sueño de alguien nada podemos hacer, si nos sueñan o soñamos no puede ser una constante pesadilla, por el contrario los sueños, lo onírico ha de ser poesía.

De todos modos, creo que el tomazo de los sueños de los que está hecha la materia (de Stephen Hawking) que compré hace unas semanas habrá de aguardar su turno (si lo hubiera), porque me está quemando mucho en la punta de los dedos la fascinante historia de Oliver Sacks, sus memorias:  “En movimiento. Una vida”, y espero que sea el libro del verano, Uno de los atractivos del verano es que cada vez que ne pongo a leer he de hacerlo en el sofá porque me quedo dormida, sesteando. Soñando.

:)






3 comentarios:

Luilly dijo...

Sería extraño no sentirse emocionado tras leer esta reflexión, ver como la cadencia de los latidos se van distanciando y a la vez, estar agradecido por la existencia vivida.
Veo que el verano está incrementando la materia, lo digo por esas siestas mencionadas y la consiguiente búsqueda incesante y constante de sueños, acompáñelo con almost blue ,una sonrisa en los labios y olvídese del determinismo, jajajaja.
Por cierto, bonitas piernas, el periodo estival le sienta fenomenal.

gorrioncito dijo...

Gracias por tu comentario, Luilly.
Lo malo no es que la vida dure poco, es que –antes o después- se acaba. Yo entiendo los sueños como el viaje interior y si se acompañan con música mejor que mejor. Me has recordado estos versos de Rosalía de Castro:


Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?


PD. Lobezno, convengamos en que son unos versos en la frontera: arriesgados, pero nada ñoños, jeje.

Alphonse Zheimer dijo...

Me han gustado mucho su post, las reflexiones del Sr. Sack; las de Bertrand Russell y el poema de Rosalía, por no hablar de los muslos.