Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

01 julio 2016

Como gorriones en verano


Eres cuanto recuerdas,
sin dejar el momento presente y pasajero 
que ha de instalarse luego en la memoria
y acompañar, mas tarde, hermoso y rutinario,
donde buscamos fieles las íntimas presencias









El desierto era una travesía, el invierno no fue invierno, la primavera me trajo el asma pero también colinas llenas de verde, árboles y gorriones deliciosos, propios y magnéticos. Hoy, al fin llega el verano, aunque comenzó el 21 de junio de todos es sabido que el verano comienza en un mes llamado julio. Estoy contenta, y algo dentro de mí dice que también alborozada: Esta mañana, el médico que me trata el asma me ha dicho que estoy mucho mejor y, con algunas indicaciones, me ha dado permiso para viajar a China en septiembre, mi segundo viaje a Oriente. Me siento como cuando aprobaba el curso en junio y me iba a la playa con mi madre y mis hermanos a pasar el verano (mi padre era el típico Rodríguez que trabajaba el mes de agosto). El verano… Mi recuerdo de adolescencia es un cine de verano que olía a galán de noche (un arbusto que por la noche, y sólo por la noche, desprende un olor embriagador) y que tenía unos asientos inhumanamente incómodos. Recuerdo los paseos en bicicleta. Recuerdo los baños en el Mar Menor donde el agua cubría menos de medio metro. Recuerdo las pandillas, los atardeceres, los helados, las estrellas fugaces y los primeros amores de verano. ¡Qué recuerdos y qué cosas! En este punto me resistiré a seguir exponiendo un muestrario de recuerdos veraniegos encantadoramente intrascendentes. Hace unos días le comenté a un querido amigo que desde que tengo asma no he dejado de estar afónica ni un solo día y he perdido mi voz suave y cristalina, y con el mismo humor, para subirme el ánimo, me responde que ahora a que tengo la voz ronca podría empezar a ligar por teléfono, porque según tiene entendido a la fauna masculina le ponen las voces roncas, jajajaja,

He aquí una foto de aquellos lejanos meses estivales. Siempre salía en las fotos mirando hacia otro lado, ocultando la expresión. Alejandro Borgia decía que "El rostro expresa la sorpresa de soportar las orejas" jajajaja, sencillamente delicioso. Cuántas veces he corroborado que tenía razón, jajajaja. 




Proust dice que las mujeres no son más que preguntas y respuestas. Suponiendo que sea así, hoy estoy como los gorriones en verano, hoy no me hago preguntas, simplemente estoy contenta, y no me importa que alguien pueda ver, sin máscaras que me protejan, la niña que hay en mí. Otra trascendencia que se hace disyuntiva. En fin… ¿Conocen la película de Tim Burton “Big Fish”? En ella se dice una frase muy bonita que, creo, expresa de manera inmejorable y muy precisa lo que quiero decir: “éramos como dos desconocidos que se conocían demasiado bien”. 






2 comentarios:

Luilly dijo...

Qué buena descripción de la construcción, no ,mejor arquitectura de los recuerdos, con su entablamento , friso y arquitrabe.

Los recuerdos golpean el picaporte de nuestro cerebro y se dirigen dulcemente a la niñez ,de forma inexorable, como si buscaran un cofre en las playas de la inocencia. Viajes en ferrocarril, cambios de color en los paisajes, de verdes brillantes a amarillos áridos, de humedad a calor seco; películas en patios improvisados donde se observaban los perfiles de las chicas; los primeros besos, esos que se dan con los ojos….

El galán de noche, aunque yo prefiero llamarlo la “Dama de noche”, son dos formas distintas de nombrarlo, pero que las dos utilizan la palabra noche y es en esos calurosos días de verano cuando más se disfruta, aunque como tiene hoja perenne,hay que mimarlo/a durante todas las estaciones. Podría decirse que la “Dama de noche” es de porte orgulloso, recto y riguroso, pero también es una planta sensible y agradecida, pues su fragancia impregna el murmullo de la noche, risas de adolescentes y los besos de los enamorados.
Desconocía por otro lado, que las sirenas se aproximaran tanto a la costa, siempre había creído que su timidez les impedía mostrar toda su belleza, su encanto prohibido y su canto hechizante. Desde ahora en adelante, cada vez que vea la línea del horizonte en el mar intentaré atisbar una ninfa marina entre el oleaje, aunque quizás , la probabilidad de hallazgo se encuentre entre las rocas horadadas de alguna isla de mi imaginación.

Gracias por compartir sus reflexiones, y me alegro de que se encuentre mucho mejor.

Saludos

Anónimo dijo...

Quien descubre su blog, sus fotografías y por ende a usted, siempre que tenga una cierta sensibilidad y capacidad intelectual, no tiene más remedio que alucinar. Mi enhorabuena señora o señorita.