Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

23 octubre 2015

Abrazos con botas




Sólo se vive dos veces, una vida para ti y otra para tus sueños




La vida se resume en sueño que no tiene sueño, más no pretendo sacar a colación la filosofía de los famosos versos de Calderón (que la vida es sueño y los sueños son) ni tampoco voy a hablar del sueño físico. Prefiero hablar de esos sueños perturbadores que se sueñan con los ojos abiertos, sueños que nada tienen que ver con la esperanza. Prefiero tener sueños a tener esperanza. La esperanza siempre implica espera; incluso la espera suele implicar esperanza. Es más, pienso que la esperanza es sólo una forma poética de llamar a la espera. 

Soñar despierta sin esperar nada es el camino hacia el reino de la felicidad, a cosas increíbles que en la vida no suelen pasar. Sueño despierta con sensaciones, sueño sin soñar, sueño con la mente serena y el corazón desbocado (el corazón es un músculo que sólo requiere ejercicio y cabalgar). A veces intento capturar recuerdos de instantes de belleza que la pátina del tiempo va borrando y no consigo retener en mi memoria con claridad, otras veces son antiguas melodías que me traen sentimientos nuevos, o es el tiempo detenido en lugares a los que viajé. A veces son sueños encantadoramente surrealistas (pura hilaridad), un cúmulo de sensaciones inéditas: una mirada que me taladra, la tibieza de una caricia repetidamente resbalando por mi piel o… abrazos. 

Sueño con abrazos locos, apasionados, inverosímiles…Abrazos con botas.