Cuánta más belleza, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

21 diciembre 2013

21 de diciembre. Un año sin ti

 
 
  
Amadas, idealizadas voces
de aquellos que murieron o de aquellos
perdidos para nosotros como los muertos.
A veces hablan en nuestros sueños
a veces las oye nuestro espíritu en el pensamiento.
Y con su rumor por un instante regresan
ecos de la primera poesía de nuestra vida
como una música lejana que se apaga en la noche.
(K.Kavafis)



Hoy hace un año que te marchaste. Era el día que los mayas profetizaron el fin del mundo.

Si pudiese manipular las leyes de la naturaleza volvería atrás en el tiempo y reviviría la magia de aquellos pasajes que permanecen siempre a nuestro lado. Uno de aquellos pasajes fue mi infancia, una infancia en la viví sumida en la ingenuidad y en una eterna felicidad; una infancia (y por ende mi vida) que no se entiende sin los interminables veranos que pasé a tu lado. Como todos los niños, creía que mi padre era perfecto, infalible e inmortal y que nada malo le podría pasar. Pero la vida siempre sale al paso.
No recuerdo más que lágrimas. Consciente de que tu final estaba cerca, luchaste con todas tus fuerzas porque no te querías ir. Nunca olvidaré tu cara de felicidad cuando esperábamos en la puerta de urgencias del Hospital a que una ambulancia te trasladase de regreso a casa, “Parece que también he salido de ésta”, dijiste.
Me siento inmensamente afortunada de que fueses mi padre. Estos días de reencuentros duele saber que no nos volveremos a ver. Sin embargo, más allá de la pérdida, de la distancia, del vacío, conservaré tu amor toda la vida, papá.